El encargado de enseñar a usar la cámara
Actualizado: 15 de sep de 2019

La fotografía me atrajo desde que tengo memoria. Probablemente influyó el hecho de provenir de una familia de ópticos, de modo que me crié entre cámaras, lentes y rollos fotográficos. Mi padre tenía su negocio en el barrio de Villa del Parque donde, además de anteojos se vendían artículos de fotografía, cámaras, rollos, etc., algo muy común en los años 50’. Desde muy chiquito sentía una especial fascinación por ese mundo mágico: era mi “diversión”. Alrededor de mis 10 años comencé a ayudar en la óptica. Mi papá, mitad en broma, mitad en serio, me iba asignando “responsabilidades” a medida que yo crecía. Me nombraba pomposamente “encargado de vender rollos fotográficos”, “encargado de cargar las cámaras”, “encargado de colorear las fotos" (que eran en blanco y negro). Un día mi padre me dio una tarea que marcaría mi vida: me nombró “encargado de enseñar a usar las cámaras”. Se trataba de cámaras muy sencillas, la “Kodak a cajón” o la nacional “Rex de Lujo”, de baquelita negra, cuyo uso era muy sencillo y sólo tenían un par de diafragmas. Las opciones eran “para sacar con sol” o “para sacar a la sombra”. Pero esto ya me hacía preguntarme cuál sería la mejor manera de transmitir esos conocimientos.